TecnologíaLas enanas marrones, 'laboratorios' para escudriñar exoplanetas

Las enanas marrones, ‘laboratorios’ para escudriñar exoplanetas

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Las enanas marrones, ‘laboratorios’ para escudriñar exoplanetas

Las enanas marrones se encuentran en «el límite»
entre estrellas y planetas, de ahí que los astrónomos las utilicen como modelos
para estudiar los segundos. Un brigada científico, gracias a observaciones del
James Webb, ha escudriñado ahora uno de estos cuerpos celestes y ha medido el
amoniaco de su atmósfera.

La enana marrón se llama WISE J1828 y se encuentra a 32,5
años luz de la Tierra, en la constelación de Lyra, y el rastro del amoniaco
encontrado podrá ser utilizado para estudiar cómo se forman los planetas
butanoeosos gigantes, dentro y fuera de nuestro sistema solar.

Y es que enanas marrones y este tipo de planetas comparten
propiedades y estructura de sus atmósferas, y los astrónomos utilizan modelos
muy similares para entender ambos objetos celestes, explica a EFE David Barrado
Navascués, primer autor del estudio, del Centro de Astrobiología, CAB, -del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas e Instituto Nacional de Técnica
Aeroespacial, ambas instituciones españolas-.

«Como es mucho más fácil observar una enana marrón que
un exoplaneta, situado fuera de nuestro sistema solar y que está oculto por su
estrella y en cualquier caso es más débil, vemos detalles en las enanas
marrones que nos permiten mejorar los modelos e interpretar mejor la
información recibida de los planetas», añade.

WISE J1828 no puede verse a simple vista porque es demasiado
fría para que se produzca la fusión de hidrógeno y transmita luz visible hasta
la Tierra, pero con la apoyo de MIRI, el instrumento del infrarrojo medio del
telescopio James Webb, el brigada investigador pudo detectar amoniaco (NH3) y
además moléculas de agua y metano.

Se trata de la primera vez que se detecta amoniaco de
«manera inequívoca» en la atmósfera de una enana marrón, en concreto
isotopólogos de este acicalado químico (los isotopólogos son moléculas que solo
difieren en la composición de sus isótopos. El amoniaco pudo medirse en forma
de 14NH3 y 15NH3).

El amoniaco es una molécula importante en los procesos de
formación estelar. Se encuentra, por ejemplo, en forma de hielos en muchos
cuerpos celestes del sistema solar, pero también en nubes de butano y polvo en las
que se forman nuevas generaciones de estrellas.

El hidrógeno es el elemento atómico más abundante del
universo y el nitrógeno también es muy común, así que el NH3 (un átomo de
nitrógeno y tres de hidrógeno) se forma con relativa facilidad, detalla
Barrado.

Su hallazgo en la enana fría conduce a los gigantes butanoeosos
y supone una nueva herramienta para describir la formación de estos planetas.

Los expertos han desarrollado diferentes teorías sobre cómo
se forman las enanas marrones, pero no estaba claro si lo hacen como las
estrellas o los planetas. Este trabajo apoyo a resolverlo.

Las estrellas se forman por colapso y fragmentación de las
nubes de polvo y butano, mientras que los planetas lo hacen a partir del resto que
queda de la génesis de una estrella, por acreción del núcleo (se forma primero
una estrella con un disco de material alrededor y a partir de ese disco aparece
el planeta. Ese disco tiene numerosas moléculas, como el amoniaco en forma de
hielo).

La abundancia relativa de los isotopólogos del amoniaco
identificados en la enana marrón WISE J1828 sirve para rasgar estas dudas.

El bajo contenido de uno de ellos (15NH3) en el espectro de
la enana marrón sugiere -al compararlo con otros objetos- que esta no se formó
como un planeta, sino que su formación se produjo como una estrella, en el
contexto de un colapso gravitatorio, como era de esperar.

«Cuando se aplique la misma técnica a un exoplaneta muy
alejado de su estrella podremos saber si en realidad es una enana marrón
capturada por la atracción gravitatoria o un planeta convencional que se formó
cerca de la estrella pero que se ha alejado de ella», concluye Barrado.

El estudio se publicó en Nature y también participan el
Instituto Max Planck de Astronomía y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich,
dentro de un gran consorcio europeo.

EFE

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