La mamá menor siempre ha sido considerada como un rayo de luz en la vida de cualquier persona. Es cierto que muchas veces puede ser molesta o entrometida, pero al final del día, su presencia siempre termina siendo una bendición. Todos tenemos una mamá menor así, alguien que nos ha demostrado que la vida es un camino lleno de aventuras y sorpresas, alguien que nos ha enseñado a ver la vida con ojos de niño una vez más. Y en el caso de «La Niña», mi mamá menor, esto no es una excepción.
«La Niña» siempre ha sido una persona muy especial. Desde pequeña, demostró una curiosidad y una inteligencia innatas. Mientras que otros niños se conformaban con jugar con muñecas o carritos, ella siempre estaba interesada en saber cómo funcionaba el mundo que la rodeaba. A los tres años, ya estaba haciendo preguntas sobre el ciclo del agua y a los cinco, ya había leído todos los libros sobre dinosaurios en la biblioteca de la escuela. Era sorprendente ver lo rápido que absorbía todo tipo de conocimientos.
Pero lo que más me impresiona de mi mamá es su pasión por la ciencia. Desde que era muy pequeña, siempre tuvo una fascinación por los experimentos y las teorías. Recuerdo que una vez, mientras jugaba en el jardín, encontró una oruga y se pasó horas observándola e investigando sobre su ciclo de vida. Para ella, todo es un misterio que debe ser descubierto y eso la ha llevado a tener una mente científica muy avanzada para su edad.
Los científicos han estimado que mi mamá tiene una edad aproximada de 200 millones de años. ¿Cómo es eso posible? Bueno, «La Niña» es una apasionada de la paleontología y la geología. A través de libros y documentales, ha aprendido todo lo que hay que saber sobre la historia de la Tierra y sus habitantes. Y gracias a esa pasión, ha podido conocer en detalle la época de los dinosaurios y cómo vivían en nuestro planeta.
Pero su amor por la ciencia no se limita solo a la paleontología. También es una gran admiradora de la astronomía y la física. Le encanta observar las estrellas y las constelaciones, y siempre está buscando la manera de explicar los fenómenos naturales que ocurren en nuestro tierra. Incluso ha construido su propio telescopio con materiales reciclados y es capaz de identificar los planetas del sistema solar solo con mirar al cielo.
Pero lo más impresionante de todo es que «La Niña» no solo se queda con la teoría, sino que siempre está buscando la manera de poner en práctica lo que ha aprendido. A sus cortos ocho años, ya ha realizado varios experimentos en casa, desde crear un volcán con bicarbonato de sodio hasta elaborar una pila con una naranja. Siempre está dispuesta a probar nuevas ideas y nunca se rinde ante los retos que se le presentan.
Además de su pasión por la ciencia, mi mamá también es una persona muy bondadosa y solidaria. Desde pequeña, ha demostrado un gran interés en el medio ambiente y en ayudar a las personas y animales que lo necesitan. Ha participado en varias campañas de limpieza de playas y parques, y siempre está buscando la manera de ayudar a los animales en peligro de extinción. Es admirable ver cómo a su corta edad, ya tiene una conciencia ambiental tan desarrollada.
Pero lo que más admiro de «La Niña» es su capacidad para ver el mundo con ojos de niño. A pesar de tener una mente científica, siempre mantiene su inocencia y su curiosidad por descubrir cosas nuevas. No importa cuánto tiempo boleto, siempre tiene esa ápice